Prisionero del entendimiento tácito de cada segundo.
Imbuido por el placer siniestro de cada noche.
Perdido de todo dilema existencial, de todo coloquio.
Campesino de la ciudad, agricultor de ideas sin alimento,
de palabras sin aliento, sin ser,
Sinceras. Sólo silencios tardíos,
Oceánicamente intransferibles,
Inflamados de ruina insensata;
Sometidos al juicio pictórico de un ciego,
a los sonidos tenebrosos de tanta paz,
de tanta violencia biológicamente necesaria,
de tanta maldad pasmada de sombras,
de tiempo,
de tanto olvido en la cumbre de
quién escribe y lee esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario